Les animamos a pasear por las salas del Real Casino de Murcia desde casa, volviendo a descubrir la historia y las curiosidades del magnífico edificio. Comenzamos el recorrido en el Patio Árabe, y lo completaremos durante las próximas semanas.
El Patio Árabe cuenta con una lujosa decoración de estilo neonazarí. Es obra de Manuel Castaños, quien se inspiró en el Patio de los Embajadores de la Alhambra. Está revestido por más de 35.000 láminas de pan de oro y su luminosa bóveda de hierro y cristal es la parte más elevada del edificio. Una inscripción en árabe que reza «Nada más grande que Alá» se repite a lo largo de todo el perímetro.
Las Galerías Central y Transversal del Real Casino de Murcia eran antiguamente calles de la ciudad. Al agrupar las distintas edificaciones que hoy forman el Real Casino pasaron a formar parte de la entidad. Están cubiertas por una bóveda acristalada y recubiertas de mármoles de Macael y de Cehegín. Muchas de estas edificaciones contaban con semisótano, por esta razón, las salas que flanquean las galerías están situadas cuatro escalones por encima del nivel del suelo.
La Biblioteca Inglesa fue realizada en 1913 por la firma británica Waring & Gilow. Destaca su tribuna superior de maderas talladas sustentada por ménsulas de fundición en forma de flamencos que, como aves migratorias, representan el espíritu viajero del siglo XIX. La Biblioteca guarda una magnífica colección de libros, integrada por más de 20.000 volúmenes de los siglos XVII, XVIII y XIX. Un lucernario cenital proporciona luz natural a los veinticinco puestos de lectura.
Como expresó Jorge Luis Borges “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Sin duda, la del Real Casino es un lugar paradisíaco para los amantes del arte y la lectura.
El Salón del Congresillo es un elegante saloncito entelado que servía de punto de reunión a ciertas peñas de ciudadanos notables de Murcia, entre ellas la que le da nombre, la Peña del Congresillo. En su decoración, algo más masculina que la de otras salas, destacan las sedas y maderas, así como la lámpara y las finas escayolas del techo.
Alberga parte de la importante colección de pinturas románticas del siglo XIX y primeros años del XX, con obras de gran formato de Manuel Arroyo, Manuel Piccolo y Obdulio Miralles.