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C
ultura
ARS CASINO
Por Mª Loreto López Martínez
Restauradora
La larga historia del
Salón de Billar
S
ofocante
sobriedad,
donde la madera y el
cuero transpiran una
inequívoca masculinidad, la de
la Sala de Billar del Real Ca-
sino de Murcia es una de las
más antiguas y fielmente con-
servadas desde su fundación,
prácticamente en los orígenes
del edificio.
No nos atrevemos a dar una
fecha exacta de la actividad del
juego de billar en esta institu-
ción, pues aunque este juego
se remonta al siglo XV-XVI su
implantación y difusión en la
sociedad española fue a lo lar-
go del XIX, pero tampoco cree-
mos equivocarnos al apuntar
que estuviera desde un princi-
pio, como una de las áreas re-
creativas de mayor actividad; si
el edificio empieza a utilizarse
en 1853, en 1868 ya se sabe
de la práctica billarística en él,
habiendo encontrado una noti-
cia que, sin estar directamente
relacionada con esta, sí hace
mención a un salón destinado
a tal fin en las dependencias
de la sociedad y que, como
curiosidad histórica, reproduz-
co a continuación (en recuadro
central).
Aunque todos los arquitectos
que, a lo largo de su dilatada
historia, fueron interviniendo
en las obras del Casino dejaron
en esta sala alguna aportación,
desde Francisco Bolarín, direc-
tor de las primeras obras en
1852 hasta su muerte en 1871, y
a quien podemos atribuir la dis-
tribución espacial y el falso ar-
tesonado del techo en escayola
de estilo neobarroco, a Pedro
Cerdán, unificador del conjunto,
puede que la imagen general se
la debamos atribuir a Justo Mi-
llán, arquitecto de gran prestigio
en su momento, autor del actual
Teatro Romea y del Teatro Circo
de la capital. Él actúa directa-
mente en las reformas de este
espacio destinado al billar entre
1882 y 1895, quedando patente
su impronta en la elección de
los singulares modelos deco-
rativos para las pilastrillas que
separan tramos de las paredes
y el complemento mueble, don-
de se mezclan esquemáticas
formas vegetales con rombos,
lacerías en forma estrellada y
cenefas en punta de diamante,
tan de su propio gusto; todo este
programa decorativo cobra for-
ma en manos de José Noguera
Arques hacia 1891.
Un detalle a tener en cuen-
ta hoy, al entrar en ese opaco
ambiente, es la pérdida de unos
grandes espejos, ubicados en
los paños donde actualmente
penden apliques de luz, que sin
duda facilitaban al espectador
la visión de las carambolas,
agrandando en ese ya clásico
juego de infinitas imágenes el
espacio y reflejando la luz de
los grandes ventanales que
dan al patio interior. Estos pue-
den verse en una muy antigua
fotografía, publicada en la pá-
gina 117 del libro que sobre la
historia del Casino recopiló Don
José Guirao, donde aparecen
enmarcados con las mismas
molduras que más tarde se
adaptaron, de forma más o me-
nos adecuada, a la espléndida
colección pictórica, adquirida
en 1892.
En julio de 1886 se adquie-
ren dos espléndidas mesas de
billar, de la acreditada casa
parisina M. William, puede que
también entonces se adquirie-
ran las espectaculares lámpa-
ras de latón dorado que todavía
se conservan, en principio de
gas y más tarde transformadas
para la implantación de la co-
rriente eléctrica. Tal vez para
realizar una demostración de
las óptimas cualidades de las
nuevas mesas, un virtuoso bi-
llarista francés, anónimo, reali-
za una brillante exhibición que
es destacada en el diario La
Paz de Murcia pocos meses
después.
Fotografías: Concha Alcántara.
Como anunciamos, tuvo lugar
en el Casino en la noche de la
festividad del Corpus la reunión
que es de costumbre en dicho
día, la que estuvo tan lucida
como siempre y favorecidísima
de bellas, que con sus hechizos
magnetizaron a más de uno de
los que, temiendo caer en las re-
des de Cupido, se acantonaron
en el pasillo de salones de café
y billar y desde allí dirigen pro-
miscuamente ávidas miradas.
Un suceso hubo que pudo te-
ner tristes resultados, y fue al
desprendimiento de la araña
central del salón de café, que
cayó a plomo taladrando el
piso: el no haber nadie deba-
jo, en día en que nuestro bello
Casino está tan concurrido, no
dejó de ser una gran fortuna.”
Sección Gacetilla, pag. 1
de la Paz de Murcia, Diario
Monárquico-Democrático.
Sábado 10 de junio de 1871.