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E
ntrevista
C
uando alguien dice eso de “el pasado no existe” ya sé que
estoy en presencia normalmente de un miserable. El “pre-
sentismo”, hijo del hedonismo televisivo contemporáneo, es
el refugio de quienes, como se reescriben todos los días, no tienen
empacho en ignorar o incluso hundir a quienes ayer les fueron cer-
canos. La vida no son, nunca, páginas completamente indepen-
dientes de un libro. “He pasado página” es la perfecta declaración
de alguien con pocos escrúpulos. No. La vida es un texto corrido
donde nos convertimos en diversas personas pero donde, al mismo
tiempo, la desaparición de un solo capítulo hace incomprensible
la narración posterior. Por eso me hizo pensar mucho que Alberto
Garre, la misma mañana en que fue propuesto para ser sucesor
de Valcárcel al frente de la Comunidad Autónoma de Murcia, me
mostrara un pequeño cuadro colgado en el pasillo de su piso de
la capital, ante el cual se emocionó visible, sinceramente. Era un
dibujo que representaba a su madre.
Eso no tendría nada de particular si no
fuese por un pequeño detalle: ella murió
en accidente cuando Alberto tenía pocos
meses de edad, y resulta imposible que
el hoy presidente murciano pueda retener
muchos recuerdos concretos a los que honrar, procedentes de un
pasado lejanísimo (más de sesenta años ya). Me intrigaron esos
sentimientos tan punzantes. Garre tiene tanto respeto por el pasado
que se emociona con lo que no vivió y podría haber vivido. Es la
emoción que siente por la idea o la abstracción de una madre. La
suya.
Esta fidelidad a las abstracciones e ideas tengo la impresión de
que este hombre adusto la ha llevado siempre a la política. Estuvo
en el barco que se hundía hasta el último momento cuando la can-
didatura de Juan Ramón Calero frente a Ramón Luis Valcárcel, en
aquél congreso del PP en los primeros años noventa del pasado
siglo, ya se sabía que iba a perder. “Vais a perder, y yo no quiero
que tú te pierdas también”, dijo Valcárcel a Garre. Le ofrecía salvar-
se uniéndose a su candidatura en el penúltimo momento. Garre
contestó que debía respetar su propia trayectoria y que el primero
que no entendería que se cambiara de barco sería el propio Val-
cárcel. Esa fidelidad conmovió, en ese mismo momento, al luego
presidente autonómico durante diecinueve años. Supo que, una
vez hundido junto con el resto de la candidatura, Garre sería de los
restos del naufragio que transportaran material valioso. No podía
renunciar a ellos. A cambio, no les pidió nunca que renegaran de su
vida anterior. De hecho, durante la larga ejecutoria de Valcárcel fue-
ron cayendo más o menos en desgracia o en el olvido, uno a uno,
todos los que le acompañaron en su propia candidatura en aquel
congreso, los llamados “pata negra” valcarcelistas. Los que nunca
cayeron fueron los principales “rescata-
dos” del calerismo, que aún duran a día
de hoy. El consejero Cerdá, el diputado
Pacheco, el hoy presidente Garre...
Cuando llegó a presidente alguien dijo
que este hombre representaba al pasado.
En efecto, pero en el mejor sentido, el de ser representante de la
mejor experiencia, del respeto a todo lo que uno ha sido e incluso
a lo que podría haber sido (por ejemplo, si hubiese tenido la suer-
te de tener una madre viva durante muchos años). El saber mirar
atrás para ver adelante es la base de una vida coherente a la que
se debe todo hombre bien construido, el que aprende de las dure-
zas de la existencia. Durante la carrera universitaria, el joven Garre
llevaba a compañeros de Derecho, sobre todo a los que pasaban
por niños ricos de cuna, a cargar sacos de harina en su molino del
campo de Torre Pacheco, por el mismo motivo que los legionarios
romanos hacían la instrucción acarreando sacos de piedras: por
templar no la espalda sino el carácter. Fue una buena forja. Alguna
vez he tenido la impresión personal de que Garre está hecho de la
misma buena madera que las aspas de aquél viejo molino.
El pasado de Alberto Garre
Por José Antonio Martínez-Abarca.
“Cuando llegó a presidente
alguien dijo que este hombre
representaba al pasado. En
efecto, pero en el mejor sentido”